> Escribe Cristina Moscato
Durante la segunda mitad del siglo XIX Napoleón III decide modernizar París. El Barón Haussmann funcionario público encargado de la reforma, se pone manos a la obra.
Literalmente, arrasa por completo las viejas calles y los barrios bajos de la ciudad. La ¨nueva ciudad¨ atravesada por modernos y amplísimos bulevares va cambiar los ideales parisinos. La urbe políticamente motivada, la de la comuna, la de las barricadas, la narrada en ¨Los Miserables¨ de Víctor Hugo, va a camino a convertirse en una ciudad central, en la referencia social y económica de Europa. (Hasta entonces la hegemonía la ejercía Londres).
En 1865, Edouart Ma- net, que resiste a través de su arte a la renovación de Haussmann, presenta un par de obras en el Salón de París, exposición anual de pintura considerada la gran vidriera del panorama artístico francés.
¨Olympia¨ a diferencia de su obra ¨Desayuno en la hierba¨ que dos años antes había ido a parar al Salón de los Refusés( una suerte de contra salón instaurado por Napoleón III para mostrar aquellos trabajos que resultaran un tanto heterodoxos a los ojos de la academia) logra, para sorpresa de su autor, la entrada en la exposición.
Desde un óleo sobre lienzo de 190 cm x 130,5 cm una mujer desnuda y tendida sobre una cama nos mira desde la intimidad de su alcoba. Ella se llama Olympia y parece descansar tras fatigosa jornada, cubriéndose pudoro- samente el pubis. Nada le importa del obsequio que uno de sus admiradores le ha hecho llegar: el ramo de flores que la criada cuya piel se confunde con la oscuridad de la pared intenta mostrarle. A todas luces es una prostituta tomándose un respiro. La orquídea que luce en el cabello, la sandalia caída sobre la cama –símbolo de la pérdida de la inocencia- y una sugestiva cinta oscura anudada al cuello en la que llevaba la consigna de ocasión ¨Ya no jodo más¨ refuerzan su condición. Un gato negro que alza la cola mientras se arquea a los pies de la cama, parece decirnos que el cliente que escudriña a su dueña no le gusta en absoluto.
Una vez exhibida, la reacción pública contra ¨Olympia¨ no se hace esperar. La adorable prostituta, emblema del bajo fondo parisino arrasado por Haussmann , indigna a la alta sociedad y la virulencia del ataque es tal que obliga a los miembros del Salón a resguardar la tela en un sitio seguro.
Una suerte similar esperara a Manet. Durante los meses de mayo y junio de ese año, los periódicos parisinos disfrutan de lo lindo destripando al artista. La gente en las calles lo mira con desdén, como si fuera un proscripto y hasta le dicen obscenidades en la cara.
Entre los pocos que salen en defensa del autor y de su obra se encuentra Emile Zola quien expresa públicamente: ¨He calificado a Olympia de obra maestra y no retiro la palabra¨.
Ninguno parece reparar en el hecho de que la Olympia de Manet está inspirada en la Venus de Urbino de Tiziano.
El pintor, muy afectado por las críticas y ofensas, escribe a su amigo Bau- delaire ¨Ojalá estuvieras aquí conmigo. Sobre mi persona cae un auténtico aluvión de insultos¨. Más tarde confiesa a Proust ¨Los ataques de los que he sido objeto me han quitado las ganas de vivir, han mermado mi pulsión vital. La gente no comprende lo que uno puede llegar a sentir cuando es insultado constantemente¨.
Pero en virtud del revuelo provocado por Olympia, Manet se convierte en una especie de celebridad, en una de adelantado para jóvenes artistas como Monet, Degas, Pisarro y Renoir, -quiénes acabarán liderando el movimiento impresionista- que también han experimentado la decepción de que sus trabajos fueran rechazados por el Salón.
A la muerte del pintor, ¨Olympia¨, es comprado por Monet con la única intención de que la obra que ¨ha revolucionado el arte hasta los cimientos¨ no salga del país.
Seguidamente, es adquirida por el estado francés. Actualmente se exhibe en el Museo de Orsay de París. Puede verse en todo su esplendor en distintas páginas de la web. –