Por Eduardo Gallo Llorente
Esta semana tuve que viajar desde Capital hasta La Plata, a la vuelta cerca del peaje Hudson observé muchos autos oficiales, todos último modelo y personas muy bien vestidas, tanto hombres como mujeres, al costado de la ruta. El separador de hormigón entre las dos manos recién pintado de color naranja, casualidad o no, el mismo color de los carteles políticos del gobernador Scioli y su campaña la ola naranja.
A la tarde, al mirar los portales de noticias me enteré que el gobernador Scioli había inaugurado el tercer carril de la autopista Buenos Aires La Plata, pero no de toda la traza sino sólo 3 km, menos del 10% del recorrido. A falta de obras de infraestructura importantes inauguran cosas menores. Hace unos años la Presidenta inauguró en varias oportunidades tramos de alrededor de 20 km de la autopista Córdoba Rosario. Con los años, las obras viales son cada vez menos, en consecuencia hay que reducir los tramos de las inauguraciones y cuando nos acerquemos a la elecciones del próximo año seguramente harán grandes festejos por tramos menores a 3 km.
Cuando están en el gobierno, los políticos se sienten muy importantes y consideran que hacen mucho por la gente y por lo tanto deciden mostrar e inaugurar sus obras varias veces. En algunos casos, como el mencionado anteriormente, incluso rozando el ridículo.
Tengo la impresión que los políticos y los sindicalistas son los nuevos privilegiados del fin del siglo XX y principios del XXI. Los políticos tienen reelección indefinida para muchos cargos, gozan de muy buenos sueldos y jubilaciones de privilegio, posibilidad de nombrar muchos asesores y “aplaudidores”, autos oficiales, chóferes, secretarias, viáticos y pasajes para viajes nacionales e internacionales. Por ello, al llegar al poder, no le quieren dejar y volver al llano. Los sindicalistas en la Argentina también tienen innumerables beneficios, reelección indefinida manejo discrecional de la plata de las obras sociales, escasos controles en una palabra una vida fácil que a muchos les cuesta abandonar.
La Sra. Presidenta ha nombrado muchos empleados y funcionarios públicos en sus siete años de mandato, de hecho en nuestro país el empleo público ha crecido mucho más que el privado. Hay algunos nombramientos que llaman la atención como el del filósofo de Carta Abierta Ricardo Foster al frente de la creada para él, Secretaría de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional, que nadie sabe para que sirve. Otro nombramiento sorprendente es el del ex juez español Baltazar Garzón, condenado en su país por los delitos de prevaricato y escuchas telefónicas, y nombrado por el gobierno nacional como Subsecretario de Estado para promover “la Justicia Universal”. Podríamos seguir con los ejemplos pero no quiero abrumar a los lectores.
Ejemplo de la “eficiencia” de esta administración es el de la fábrica aeronáutica de aviones que hace tres años se comprometió a fabricar 40 aviones Pampa III pero todavía no terminó ni uno. La reparación del rompehielos almirante Irizar lleva siete años en arreglos y no se sabe cuando se terminara. La Argentina es el país de Latinoamérica que menos gasta en defensa, tenemos buques que no navegan, aviones que no vuelan por obsoletos o falta de repuestos y tanques desmantelados. Las últimas tres camadas de oficiales de la escuela de aviación militar de Córdoba no pueden volar las horas de vuelo necesarias para su instrucción por falta de aviones. Cuarteles vacíos y personal militar desanimado o realizando tareas que no les son propias, completan el cuadro. La defensa nacional es el área que mas ha abandonado esta administración, es una más de las herencias que nos deja el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner que, como otras, costará remontar.
Eduardo Gallo Llorente
18 de octubre, 2014