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miércoles, noviembre 27, 2024

La muerte de Marat. Jacques Louis David.

Escribe Cristina Moscato

Revolución francesa (1789-1799) se suceden diferentes formas de gobierno que irán consolidando el fin del Régimen monárquico.  Tras la convocatoria de los Estados Generales y  la  Asamblea Nacional (1789-1791) y luego de  la  conformación de la Asamblea  Legislativa (1791-1792), se establece  la Convención Nacional (1792-1795).

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Electa por   sufragio  universal masculino (con una participación del  10%  de los hombres   independientes de su riqueza),  la  Convención,  queda conformada por  749 miembros quienes distribuidos  entre las  tres  fuerzas principales,  girondinos, de  la  llanura  o meseta y jacobinos o montañeses, ocupan, respectivamente, la derecha, el centro y el ala izquierda de la Convención.
Los   girondinos, son  republicanos moderados que representan a comerciantes y  banqueros (alta burguesía);  los  de la llanura, todos  moderados,   apoyan a quienes  crean en el momento ,  encarnan mejor los intereses de la población, mientras  que los jacobinos o montañeses,  son  republicanos radicales,  comerciantes,  abogados y médicos (pequeña  burguesía), aliados por fuera de la convención con  los sans culottes o sin calzones¨,  movimiento popular  radical dirigido por el diputado Robespierre  que reúne  obreros, artesanos, sirvientes y mendigos,  vale decir, los sectores  más numerosos y desposeídos de la población.
Jean Paul Marat , médico, filósofo, periodista y revolucionario de la primera hora,  ocupa  una  banca en el ala izquierda de la Convención Nacional.  Si bien no se declara montañés,  las ideas vertidas en múltiples  panfletos  y  desde  el  periódico ¨El amigo del pueblo¨,  lo convierten en  el portavoz del movimiento.
En 1972, el malestar popular originado por la suba del  precio de los alimentos y  la presión de potencias europeas por restaurar  la monarquía, genera la caída de la convención girondina (primer periodo de la Convención).  Robespierre,  abogado y acérrimo defensor de las teorías sociales de Rousseau que comanda la bancada de los montañeses,   (segundo período de la Convención) toma el poder y radicaliza la República. Durante este período, también conocido como  del ¨Terror¨ (1793-1794), por el uso rutinario de la guillotina,  la confrontación de Marat  contra los girondinos, la iglesia y la alta burguesía, lo vuelven el   blanco de los contra revolucionarios.
Charlotte Corday, una  joven normanda de extracción monárquica,  lo detesta. No conforme con los  intentos de disuadirlo  para  que abandone la actividad política por medio de frases tales como ¨ ay, que si sigues así, te vas a buscar  enemigos¨, ¨ay que como sigas así, vas a acabar mal¨, ¨ay, que conozco gente que no te quiere bien¨,  viaja  a París para entrevistarse con él.
Marat  que sufre una enfermedad de la piel que, según dicen, ha  contraído en las cloacas de París escondiéndose de los muchos que quieren matarlo,  la recibe mientras se baña en agua helada, único remedio del que dispone  para calmar el picor y los violentos ardores que le causan la afección. (Al parecer  pasaba sumergido una buena parte del día por lo que había convertido el baño en una especie de despacho).
El  13 de julio de 1793, la joven Corday,  en medio de la audiencia  que ha conseguido con Marat  bajo pretexto de  entregarle una lista con los nombres de quienes deseaban atentar contra  su vida, lo asesina de una puñalada.  En el juicio proclamó ¨ He matado a un hombre para salvar  cien mil vidas¨. Cuatro días después, Corday, fue enviada a la guillotina.
La Convención Nacional, al día siguiente del asesinato, encarga a Jacques Louis David revolucionario y amigo personal de Marat,  la realización de  un cuadro  para honrar  la memoria del difunto.
En un óleo sobre lienzo de 165 cm x 128 cm, el cuerpo  yerto de Marat,  se nos presenta  semi- sumergido  en la bañera. Un trapo  mojado en vinagre con el que aliviaba las molestias de su afección cutánea le cubre la cabeza que pende hacia un lado. La leve sonrisa  que se dibuja  en el rostro  parece decirnos que  está en paz,  que ha muerto con  la satisfacción del deber cumplido.   La puñalada en el pecho,  en sombra,  no parece lo bastante grave.  Sin embargo,  el agua de la bañera teñida de rojo nos dice que fue  lo suficientemente certera  para desangrarlo.
Una  caja de madera tosca y simple,  a los pies de la bañera, sirve de escritorio,  sobrio mobiliario con el que el pintor  subraya la condición de hombre sencillo y de pueblo de su amigo.  Sobre ella se  ve algo de dinero y una carta que dice textualmente ¨Entregue este billete a la madre de cinco hijos, cuyo marido ha muerto por defender a la patria¨, destacando así el  gesto de utilizar su s bienes  para la causa revolucionaria y socorro de los desvalidos.
La otra carta, aún en manos de Marat,  fechada el día del asesinato, es la que presenta a  Corday.  Manchada de  sangre en una esquina, en ella se lee ¨Baste mi gran infelicidad para tener derecho a vuestra bondad¨, frase con la que el autor subraya la naturaleza generosa de su amigo y la perfidia de la asesina.
El cuchillo de Corday  en el suelo, como si la asesina lo hubiese dejado caer en su precipitada huida (aunque se sabe que nada hizo por escapar y que esperó a que la detuvieran) está a la misma altura de la pluma, única arma de Marat, la del poder de la palabra y la razón.
El fondo sobrio y oscuro  realza la luz que recae sobre el mártir revolucionario.  Guillotinado  Roberpierre y con la República en manos de diputados más moderados, ¨La muerte de Marat¨ fue devuelta a  David.  Recién en  1846, la pintura  vuelve a   exhibirse  gracias a  las alabanzas del poeta y crítico de arte Charles Baudelaire que restaura con sus dichos  la reputación del pintor y la calidad de su obra.
Actualmente se halla en los Museos Reales de Bellas Artes de Bélgica en la ciudad de Bruselas. Puede verse en todo su esplendor en distintas páginas de la web.-

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