En tiempos no muy lejanos, no existía la sociedad de consumo tal como hoy se la concibe. La mayor parte de la población satisfacía sus deseos o necesidades con medios propios y compraba solo lo que no podía producir. Hacia finales de la Segunda Revolución Industrial (1850-1917), era de innovaciones tecnológicas, científicas, sociales y económicas sin precedentes, comienza un nuevo proceso productivo que dejará atrás el modelo de subsistencia.
Las mercaderías se fabrican en cadena, mucho más rápido y a menor costo por unidad, de modo que los precios resultan lo suficientemente bajos para que los ciudadanos puedan comprarlas. Pero para que el nuevo sistema funcione, es necesario un cambio psicológico o cultural en la sociedad: en adelante lo normal ya no será ahorrar sino consumir.
Después de la Segunda Guerra mundial, dos factores acabaran por consolidar la ¨sociedad de consumo¨. Por un lado, el desarrollo del ¨Estado de bienestar¨, resultado de las luchas sociales, período en que la población en general tiene acceso a derechos antes negados como educación, sanidad y seguridad alimentaria, a lo que debemos agregar la redistribución del excedente económico que aporta el aumento de la productividad. Y por el otro, la propaganda y la publicidad masiva para acercar el producto al consumidor.
La dualidad fascinación–rechazo respecto de la sociedad de consumo, sus íconos más característicos, incluyendo las formas de culturas más populares como la televisión, el cine de Hollywood, el rock o el comic, van a ser el eje principal en torno al cual girará la cultura pop, movimiento artístico que se origina en Gran Bretaña en la década del 50 y que se desarrolla en América del Norte en los años sesenta. Allí, Andrew Warhola (1928-1987) hijo de un matrimonio eslovaco que emigró a EEUU, comúnmente conocido como Andy Warhol, artista plástico y cineasta, marca el comienzo del pop con una exposición en una galería de California el 9 de julio de 1962.
Cuatro meses más tarde, inaugura la primera muestra en Nueva York. 100 latas de sopa Campbell¨s, 100 botellas de Coca-Cola, 100 billetes de dólar causarán un enorme revuelo junto con ¨El díptico de Mari- lyn¨ realizado en homenaje a la actriz Norma Jean Baker Mortenson (1926-1962) que acababa de suicidarse a poco de escandalizar al mundo con el ¨Happy Birth- day¨ que le cantara al presidente Kennedy en la gala por su cumpleaños.
¨El díptico de Marilyn¨ acrílico y serigrafía sobre lienzo de 208 cm x 145 cm, es la primera obra de las muchas que el padre del pop dedicara a la actriz.
En ella vemos el rostro de Marilyn tomado de la única fotografía en blanco y negro realizada por Gene Korman para la promoción de su films ¨Niágara¨( 1953) y reproducido 50 veces en un lienzo dividido en dos. El díptico es quizá una referencia al arte Bizantino reconocido por la representación de sus santos y figuras devocio- nales.
A la izquierda en colores, el rostro de la actriz se ve bello y sensual, a la derecha, en blanco y negro, parece esfumarse representando el paso de la vida a la muerte y por qué no también la repetición de la imagen por sobre el contenido, esencia de la sociedad de consumo.
Añade Tomas Crow , historiador de arte estadounidense:
¨El contraste en el color se debe a que las mejores y más memorables películas que tenemos de ella son en blanco y negro, refiriéndose a ¨La comezón del séptimo año¨, ¨Una Eva y dos Adanes¨ Y ¨Vidas rebeldes¨.
La obra se halla actualmente en la Galería Tate de Londres y puede verse en distintas páginas de la web.