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miércoles, noviembre 27, 2024

Las cuatro estaciones.Giuseppe Arcimboldo.

Escribe Cristina Moscato

Giuseppe Arcimboldo  es,  a excepción de El Bosco,  el pintor más original de todo el renacimiento.  Aunque su carrera comienza  y termina en Milán,  fue en Viena y Praga,  al  servicio de Fernando I, Maximiliano II y Rodolfo II,  soberanos sucesivos del Sacro Imperio Romano Germánico (962-1806), donde sobresale  por  su  singularidad.

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Los originales e ingeniosos  retratos  que realiza, compuestos por  frutas, flores, animales y objetos,  gozan de gran popularidad entre sus contemporáneos.  Sin embargo, después de  su muerte,  la obra  es olvidada y considerada  sólo como una mera curiosidad.  En el siglo XX es redescubierta por los surrealistas. Salvador Dalí, entre otros,  comparte la afición por el juego visual que encierran las pinturas  de Arcimboldo y lo considera un predecesor de su estilo.
En  ¨ Las cuatro estaciones ¨  representadas en  respectivos   óleos sobre lienzo de 76 cm x 64 cm,  podemos admirar  los hipotéticos rostros  de la primavera, el verano, el otoño y el  invierno,  elaborados  con  los elementos típicos de cada una de ellas.
La ¨ Primavera¨  (arriba izquierda) concebida como una cabeza de mujer,  muestra  el rostro compuesto principalmente de rosas que representan la belleza y fragancia de la juventud (con frecuencia las cuatro estaciones se representaban como cuatro edades del hombre).  El cabello o tal vez el tocado  hecho de diversas y coloridas flores, se asimila a un tapiz. La flor de iris que le sale del  pecho,  alude a la renovación de la tierra tras la fría monotonía invernal.  El torso se compone de verduras que aunque no tienen en el arte el mismo predicamento que las flores, representan la abundancia en general.
El ¨Verano¨  (arriba derecha)  posee el  rostro de un  hombre (autorre- trato?). Está magistralmente compuesto por   duraznos,  cerezas, ciruelas, peras. También hay ajos, pepinos, espigas de trigo y un alcaucil que le nace del pecho.   En este retrato el artista introduce la firma en el cuello y la fecha en la manga.
El ¨Otoño¨ (abajo izquier da)  también con rostro masculino, incluye un catálogo de hongos de todo tipo, además de vides,  cebollas, calabazas y pimientos,
El ¨Invierno¨(abajo derecha)  nos muestra un rostro inquietante, compuesto de troncos secos (la piel está hecha de corteza) y rugosas raíces. Unas hojas pequeñas constituyen la cabellera.  Frutos de  estación como limones y naranjas, le cuelgan del cuello.
La obra encargada por Maximiliano II como regalo para un elector de Sajonia, celebra  la  generosidad del reinado de los Habsburgo, además de sugerir que  la dinastía será perdurable igual que las estaciones  del año que se suceden, una tras otra, como un ciclo sin fin.
El éxito de la pintura en la sofisticada corte,  en  una época en la que era habitual presentar ideas serias bajo formas caprichosas, hizo que el artista repitiera  numerosas series de la obra  con escasas variaciones. Una de ellas,  fechada en 1572 forma parte  de una colección particular de Bérgamo.  La otra, fechada un año después, se encuentra actualmente en el Museo del Louvre en la ciudad de París.  Puede verse en todo detalle y esplendor en distintas páginas de la web. –

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