El ingeniero agrónomo Luis Ventimiglia lleva más de tres décadas al frente de la Agencia INTA 9 de Julio. Su voz es una de las más experimentadas en materia agropecuaria y, de hecho, su trabajo en el campo de la investigación ha sido notable, con logros muy importantes que han redundado en la producción agropecuaria.
Nuestro colaborador, Eduardo Gallo Llorente, mantuvo un interesante diálogo con el experto, abordando diferentes temas vinculados con la producción agropecuaria en el Partido de 9 de Julio.
– Eduardo Gallo Llorente (G.LL.): ¿Cuánto tiempo hace que estas trabajando en INTA?
– Luis Ventimiglia (L.V.): Ingresé al INTA en el año 1980. Durante un par de años estuve en Pergamino y, en 1982, llegué a INTA 9 de Julio. En ese momento, al frente de la agencia local se encontraba Alfredo Noli y Marta Giussani de Pieroni, quien trabajaba en la parte de social.
En esa época, se encontraba como secretaría administrativa Alejandra Lenarduzzi.
En 1985 se realiza un concurso para ocupar la jefatura de agencia. Me presenté en el mismo y lo gané, comenzando a desempe- ñarme como jefe en la Agencia.
– G.LL.: Una de tus primeras experiencias fue durante la organización de los «Núcleos de Extensión»…
– L.V.: Efectivamente. Un año más tarde, en 1986, fue creada esta estructura piloto, en todo el país, denominada «Núcleos Zonales de Extensión y Experimentación Adaptativas», una muy buena iniciativa, innovadora, que se estaba adelantando a lo que venía, aunque no tuvo el éxito y el acompañamiento esperado, tanto desde el propio INTA de la zona como nivel nacional.
Uno de los núcleos formados a nivel nacional tuvo asiento en 9 de Julio y, del mismo, fui coordinador. Esos núcleos buscaban generar un grupo de trabajo, con cuatro o cinco técnicos que tenían una especialidad determinada cada uno de ellos. Se trabajó en un diagnóstico y, a partir de entonces, se comenzó a generar acciones sobre un territorio. Se realizaba un trabajo a campo, en establecimientos de productores, generando una información muy valiosa.
Hay que reconocer que, lamentablemente, esta idea no terminó prosperando. Había una visión equivocada, incluso de los propios integrantes del INTA, los técnicos de la zona que pensaban que los miembros del Núcleo le iba a quitar su trabajo. Nada más lejos de ello, por el contrario, se pretendía poder allanarles el camino y brindarles herramientas para fortalecer su trabajo.
A nivel nacional, el Núcleo de 9 de Julio estaba entre los más avanzados.
– G.LL.: ¿Qué cambios han existido en la producción agropecuaria, en el Partido de 9 de Julio, en estos 30 años?
– L.V.: Los cambios que se fueron experimentando son muchísimos, de todo tipo y color. Podemos empezar observando que, en esa época existían las chacras, que hoy ya no existen. La mayoría de los productores vivían en el campo. En 1980, por ejemplo, en la chacra vivían familias enteras, con sus cerdos, ovejas, caballos, vacas lecheras. Los chicos iban a la escuela rural, a caballo o en sulky. Hoy, salvo excepciones, son pocas las personas que viven en el campo.
La migración rural se la aducía a la falta de comodidades, la falta de caminos o medios de comunicación; sin embargo, esos elementos emergentes hoy no están; por que el productor cuenta con todas las comodidades, en camino, vehículos, medios de comunicación. Hoy, en el medio del campo hay teléfono, televisión satelital, energía eléctrica y, sin embargo, el proceso de alejamiento de la gente del campo, como residencia permanente, no se ha revertido.
En materia de producción, también existe un cambio notable desde la década del 80. Los cultivos son distintos; por ejemplo, la soja era casi incipiente; lo más importante era cultivar el trigo, el maíz, el girasol y el sorgo granífero. Hoy, la rentabilidad hace que el dominio lo tenga la soja, como cultivo predilecto del productor. En la parte ganadera, la producción de cerdos se ha incrementado y, de hecho, se incrementará mucho más.
– G.LL.: ¿Cómo observas el tema de la industrialización del sector rural de los últimos doce años?
– L.V.: No cabe duda que, la actividad agropecuaria en su conjunto, se le debe poner valor agregado. Se viene avanzando en el tema; pero, primero se debe tener la necesidad, la demanda, el mercado.
El problema resulta cuando es al revés. Es decir, cuando comenzamos produciendo y después no tenemos a quién venderle.
– G.LL.: Estamos próximos a comenzar la cosecha gruesa. Según tu apreciación, ¿cuál es el panorama al respecto? ¿qué evolución han tenido los rendimientos en los últimos 10 años en soja y maíz en el Partido de 9 de Julio?
– L.V.: En los últimos 10 años, la producción viene creciendo. Esto no significa que este año obtengamos más que el año pasado, la consideración es tomando el periodo de 10 años. Se trata de una actividad que depende del clima y de muchos otros factores que no son gobernados por el propio productor, por eso, existen años con condiciones más favorables y otros que no lo son tanto.
Hay una respuesta, realmente, positiva. El maíz viene creciendo en una tasa de alrededor de 170 kilogramos por hectárea por año; mientras que, en el caso de la soja, el crecimiento está en alrededor de 30 kilogramos por hectárea por año. En ambos casos, no es poca cosa. Esto significa que en un período de 10 años estamos teniendo 300 kilos más, como valor promedio en todo el Partido de 9 de Julio. Estimó que, este año, los cultivos de primera van a tener buen rendimiento. Algunos ensayos determinan un buen resultado. En zonas cercanas hablan de un récord de 19 toneladas de maíz.
Los rendimientos en maíz, para 9 de Julio, van a ser muy buenos. En el caso de los cultivos de segunda, la situación es diferente.
– G.LL.: ¿Cómo observás la articulación del INTA, a nivel local, con otras entidades? ¿el INTA está respondiendo a las necesidades del productor?
– L.V.: El INTA es un organismo más dentro del engranaje productivo que tiene el país. Siempre intentamos articular con todos los sectores vinculados con la producción rural; tanto así que las puertas del INTA 9 de Julio siempre están abiertas a todos.
Con CREA hemos trabajado en conjunto y participamos de reuniones. Lo mismo, con otras entidades a nivel regional e instituciones y escuelas.
Siempre trabajamos con todas las personas, con aquel productor que trabaja en escala grande y también con una persona que se acerca con el interés de hacer una pequeña huerta. Más aún, hemos realizado concursos con los establecimientos educacionales y hemos trabajado con EDUCREA.
– G.LL.: ¿Qué consideración te merecen las críticas que, en algunos medios de prensa, se han formulado hacia el INTA, sea por el exceso de personal o por otros temas?
– L.V.: No es una novedad que el personal del INTA se ha incrementado. Sería conveniente analizar y plantearse cómo es la distribución del personal dentro de la institución.
Creo que existen zonas en las cuales debería haber mayor recurso humano y algunas, quizás, tienen demasiado personal y podrían realizar su trabajo con menos gente.
Si miro y analizo mi territorio, el número de empleados de INTA 9 de Julio es siempre el mismo. Más aún, hasta hemos perdido personal.
– G.LL.: ¿Cuál es tu opinión acerca del PEA (Plan Estratégico Agroalimentario y Agro Industrial Participativo y Federal)?
– L.V.: A nivel país, habría que definir, las cuatro o cinco líneas importantes. Es posible que este Plan haya sido muy ambicioso, que en el medio de su generación hayan ocurrido cambios y que los mismos hayan repercutido de una manera negativa, dentro de las expectativas y la proyección que se había realizado.
– G.LL.: A nivel local, ¿cuáles han sido los ensayos más relevante realizado por la Agencia, en la campaña pasada o con vistas a la próxima?
– L.V.: De la última campaña existen líneas de trabajo, más que ensayos. El grupo de trabajo debe llevar realizados unos 60 ensayos por año.
Entre los más relevantes, se pueden citar los realizados acerca de la monocultura sojera. Dentro de este tema, trabajamos en un plan de fertilización, que contempla varios aspectos. Hemos encontrado datos muy importantes, por ejemplo cuánta cantidad de fósforo hay en el suelo, cuánto se consume y cuánto se moviliza. Asimismo, hemos podido encontrar el punto de equilibrio, respecto del fósforo y que muchos datos no se corresponden con lo que dice la bibliografía especializada.
Otro grupo realiza el mismo trabajo pero tratando de aportar el carbono durante el invierno. Para ello, se estudia el agua, la física del suelo, la producción de bienes por detrás, sus costos y la parte de fertilidad.
Gracias a los estudios desarrollados hemos generado líneas de investigación. Concretamente, hay tecnología desarrollada a partir de estudios realizados por INTA 9 de Julio que sea ha exportado y hoy se utilizan en diferentes partes del mundo, con resultados muy satisfactorios.
– G.LL.: ¿Cuál es tu perspectiva a largo plazo respecto de la producción agropecuaria?
– L.V.: Estimo que, dentro de la ganadería, aumentarán las actividades intensivas y de corta duración.
Quizá todavía, en este distrito, hay actividades que no se han desarrollado tanto, como por ejemplo la avicultura, en función del crecimiento que ha tenido en otros lugares de la provincia de Buenos Aires.
En este caso, las producciones tienden a ubicarse siempre en los grandes centros, de manera tal que el transporte genere el menor costo posible.
La producción a nivel mundial crece, de no ocurrir un hecho fortuito que cause lo contrario. La tierra de buena aptitud es limitada. El gran crecimiento en la producción se tiene que dar de forma vertical, es decir, de la productividad por hectárea. Eso es válido para la agricultura.
En el caso de la agricultura, será menester producir algo que sea más eficiente y que tenga un ciclo corto, por ejemplo, la apicultura, la piscicultura o la cría de cerdos.
La avicultura tiene una enorme capacidad de transformación, a tal punto que en 60 días se puede tener un pollo parrillero. En el caso de los cerdos, en 100 días se puede lograr formar un capón.
– G.LL.: ¿El productor nuevejuliense tiene un rol comprometido con su actividad?
– L.V.: El productor de esta zona es muy activo, si bien la cantidad de los mismos disminuyó, estando la tierra más concentrada. Esto se debe al factor de la migración a la ciudad y los cambios generacionales que se van dando. Hubo productores que no tuvieron descendencia o que a sus descendientes no les interesó el campo y el mismo fue vendido o alquilado.
Así los mismos fueron ocupados por los contratistas y luego aparecieron los pooles de siembra, que se terminaron yendo cuando ya no vieron el negocio, reapareciendo los contratistas.
El productor de esta zona participa, asiste a las reuniones, concurre a las charlas y encuentros de capacitación. En cuanto a los colegas, existe un Círculo de Ingenieros Agrónomos, con el cual nos reunimos dos veces al año. Con ellos hablamos un idioma común y, antes de publicar cualquier resultado, lo analizamos en conjunto.
Como en todo proceso, la tecnología nos invadió. Eso es muy bueno, pero hay que reconocer que la tecnología por sí sola no hace la producción»