Represión en Famatina para un país más (in)seguro
Por Franco Caruso*
Hace unas semanas atrás salió a la luz la noticia del más de millón de litros de agua cianurada que se habían fugado de la mina a cielo abierto el “Veladero”. Así en San Juan se está viviendo el desenlace de esa Crónica de un desastre anunciado, y ya es tarde. La contaminación es una realidad ahora y Gioja (FPV) sigue esgrimiendo el slogan del San Juan Minero.
Ante este baño de realidad, las autoridades políticas permanecen inmutables e, incluso, afianzan sus lazos con estas actividades completamente nocivas. En La Rioja, la población se convocó nuevamente para evitar lo que inevitablemente pasará, como en San Juan, si no se termina con el negociado de estos grandes grupos de la minería, como la Barrick Gold o la Osisko Mining Corporation. Hoy la población volvió a decir basta y el gobierno riojano de Beder Herrera (FPV) respondió con la policía, los gases y las balas de goma. Represión que el propio gobierno riojano justificó al sostener que la policía actuó “en defensa del estado de derecho”, según las palabras de Claudio Saúl, ministro de Gobierno, Seguridad, Justicia y Derechos Humanos de La Rioja, en conferencia de prensa. La pregunta que debe imponerse es ¿a quién (o qué) defiende ese estado de derecho? A los pobladores que ven envenenadas sus vidas seguro que no.
Es evidente que prima el lucro de los grandes grupos antes que la vida del pueblo. Los intereses que ellos defienden son los intereses de las corporaciones, a pesar del discurso electoral que por estos días esgriman. El desastre ambiental queda en segundo plano cuando lo que cuenta es el financiamiento de una campaña electoral, o el vuelto que pueda quedarles de alguna transacción “productiva” y los tres candidatos a presidente más nombrados por los medios están tan de acuerdo en este punto que ninguno problematiza el tema.
Pero tal catástrofe no es de anuncio exclusivo para la cordillera. Por estos lados a nadie le gusta hablar de los agrotóxicos, porque hacen que cada hectárea del partido tenga un rinde económico más agradable para los productores locales. Tampoco hablamos con la seriedad que lo amerita, de los componentes nocivos que tiene el agua que les damos a nuestros hijos e hijas, acá en nuestros pagos.
La cantinela es siempre la misma, defender a los grandes grupos antes que los intereses de los de abajo, de las personas que viven de su trabajo. La diferencia es que acá todavía no se las pusimos difíciles, cuando eso suceda las decisiones estatales también pondrán a las fuerzas a defender la seguridad de quienes lo tienen todo.
(*) Lic. En Ciencia Política y Docente.