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Nueve de Julio
sábado, noviembre 23, 2024

El “paseo”, en el recuerdo de los nuevejulienses

* Por el Dr. Roberto Rossi (1942-2004) (*)
El “paseo” o “vuelta al perro” llegó a ser toda una institución en el  9 de Julio durante muchos años, principalmente cuando casi todos la íbamos de peatones (cuando más de ciclistas).
Se trataba de una convocatoria que se daba generalmente en mayor medida los días domingo, finalizada la primera función del Rossini.  Paseábamos luego de la salida del cine, desde allí, por la vereda de  Mitre, hasta más o menos la ochava de “Galver”, y viceversa. Hacia esas pocas cuadras convergía desde los cuatro puntos, la juventud nuevejuliense.
Supo también darse la caminata por el medio de la calle. Podría decirse que era la cita obligada de entonces. “Vamos esta noche al paseo; esperame después del cine en la ‘Nora’”, o “te veo en ‘Alhambra’ o en ‘Ciro’s’ a las 8, tomamos un feca y vamos al paseo”, resultaba programación muy común entonces.
Uno se encontraba con los amigos para observar y porqué no, para que lo observen. De paso carpetear si tal o cual minusa que tal vez había ido con el mismo fin, se dignaba ficharnos y /o saludarnos con interés especial, o para divertirse o porque estaba aburrida. Si así ocurría, era cosa de estar a la expectativa para írsele a la carga (“¿te acompaño?”, “¿me llevás? en cuanto cruzaba a la plaza o enfilaba para el barrio, no sea  que al intentar acoplársele a la vista de todos, se pase un papelón por el efecto “rebote”.
La cuestión era la posibilidad de un  “filo” sin demasiado compromiso o encontrar, en un “¡adiooossss!” sonoro, melodioso y sostenido dedicado al pasar, por  debajo de unos ojos chispeantes, el amor que se buscaba. Nos empilchábamos con lo mejor que teníamos (que no era mucho) para la ronda dominguera.
La verdad que el marco era hermoso, quizás algo idealizado por el recuerdo juvenil, pero no por eso menos bello. Las enormes y bien preparadas vidrieras de los grandes negocios de antaño iluminados a pleno, tales eran las tiendas “La Razón”, “Galver”, “Ismarìn”,  “Galli”, ”Cane- lli”, “La Americana”; “Nora” (café y bombones); el bazar “El Inca”, el Hotel “San Martín”, el Bar Americano “Chiche”; en la vereda de enfrente la tienda “Blanco y Negro”, la sombrerería Bettoli,  Helados “Frisco”, el mismo “Rossini” con su amplio y luminoso “hall”… El eco de risas divertidas, murmullos de conversaciòn y jaraneo inundando el centro, la ansiedad por ver aparecer el rostro o la mirada que a uno lo tiene  desvelado, el perfume de las damas mezclándose con ese aroma tan particular que venía desde la plaza en las noches de verano.
Como fondo y acompañando ese ir y venir que protagonizaba casi siempre un verdadero gentío,  se escuchaba la música, comentarios y publicidad difundidos por las propaladoras “Splendid” y “El Imparcial”. Cruzando Vedia, el bar “Alhambra» se preparaba para convertirse, a eso de la medianoche y como rematando la jornada, en amena confitería bailable hasta bien entrada la madrugada. De tanto en tanto hacíamos una “parada” saliendo del ruedo y apostándonos a un costado, ya sea en “Nora” o en Mitre y Vedia y así tener un panorama más amplio de la concurrencia  femenina, puesto que todos y todas debían pasar por ahí de ida o de vuelta. Había que estar atentos, porque tal vez no volveríamos a ver a la personita de nuestros desvelos hasta el próximo domingo, toda una eternidad.
¡Con qué poco éramos tan felices!. No necesitábamos mucho más entonces. Hoy solo queda el recuerdo de aquel “yira que te yira”, por ese lugar entrañable de la ciudad.
¡Cuántos guiños, cuántas citas, cuánto “adiós” intencionado, cuántas promesas, cuántos “¡¡Sì!!”, cuántos “¡No!”, cuánto sonrojo del primer amor se han quedado como suspendidos en lo intangible de ese trayecto histórico, para los que alguna vez transitamos por él con un bagaje de sueños!.
Fue en otro tiempo, hace mucho. Pero fue hermoso. No lo olvidaremos jamás.

(*) El autor de esta semblanza falleció en la ciudad de Buenos Aires, en abril de 2014. Dilecto colaborador de este Diario, fue un nuevejuliense de alma que, aunque radicado fuera de esta ciudad, jamás olvidó sus raíces.

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