Como todos los años desde 2004, el templo ubicado en el cruce de Azcuénaga y Bartolomé Mitre se convirtió en el epicentro de la fe de miles de fieles que, en peregrinación desde distintas partes del país, a pie o en transporte público, resistieron las seis cuadras de cola -hasta avenida Rivadavia- bajo la lluvia torrencial para acceder al Santuario que abrió sus puertas a la medianoche con salva de campanas.
Conocido como el «Santo de las causas justas y Urgentes», San Expedito reunió el año pasado alrededor de 17 mil feligreses, según estimaciones de la propia parroquia.
Hoy, además de la cola «lenta» para rezar frente a la imagen principal del santo, se anuncian bendiciones de objetos religiosos cada 15 minutos.
Lejos del vaivén habitual de autos que suele saturar Bartolomé Mitre al 2400, hoy la cuadra amaneció cortada y colmada de puestos de venta de figuras de San Expedito en una variedad infinita de tamaños, velas, rosarios, llaveros, café, tortas fritas, imágenes del santo con escudos de fútbol, mates y demás objetos de liturgia religiosa adaptada para la ocasión.
«Estar en un lugar así es acompañar la fe del pueblo. Acá vienen miles de peregrinos y cuando se acercan al sacramento de la reconciliación o a charlar uno en el fondo lo que hace es acompañar mucho sufrimiento, mucho dolor», explicó a Télam Walter Marchetti, párroco de esta iglesia.
Nélida tiene 53 años, llegó esta mañana desde Maipú, provincia de Buenos Aires, y es el segundo año que se acerca a la Fiesta de San Expedito para agradecer.
Hacía casi trece años que estaba desempleada hasta que, dice, le regalaron una estampita que le torció el destino: «Me la dieron, la leí y me gustó tanto que empecé a pedirle trabajo. Después de tantos años de no tener éxito, inexplicablemente, conseguí».
Pero las causas de los feligreses son absolutamente diversas: María Victoria es una católica practicante que decidió volcar su fe en San Expedito cuando se enteró a los 38 años que estaba embarazada.
«Era grande, tenía miedo y vine a verlo el 19 de cada mes como una forma de poner a mi hijo en sus manos», explicó, y resaltó que esta vez vino sólo para agradecer.
«San Expedito acompaña las situaciones límite porque toda situación límite llama a la fe: enfermedades, adicciones, desempleo, muchos conflictos familiares y en esos momentos la gente lo ve a él como un gran mediador», explicó Marchetti, que desembarcó hace un año en esta parroquia.
Diego, de hecho, tiene 42 y si bien nunca fue católico practicante encontró sosiego en el santo de las causas urgentes frente a un conflicto afectivo que no sabía cómo resolver: «Llegué un poco de casualidad y encontré paz, serenidad. Siempre es bueno aprender a tener fe», explicó luego de encender una vela y antes de salir hacia el trabajo.
La Fiesta Grande de San Expedito continuará recibiendo a los fieles durante todo el día en Bartolomé Mitre 2411.