Guillermo Meliseo (Agencia CTyS-UNLaM) – En un lugar de La Mancha, de cuyo nombre el autor no quiere acordarse, vivía un hidalgo que cabalgaba con su amigo Sancho Pansa en búsqueda de un sueño imposible: alcanzar una estrella de nombre Dulcinea. Pero para ello, debía enfrentarse a encantadores y gigantes. Y así lo hizo. Y así se inició una de las aventuras literarias más populares del siglo XVII. Porque, a pesar de cumplirse 400 años de la muerte de su autor, Miguel de Cervantes, su narrativa poética continúa siendo objeto de estudio y análisis, tanto en las escuelas secundarias como en los niveles de educación superior.
¿Quién era este escritor que supo conquistar el mundo a través de su pluma y sus ideas divergentes sobre la locura y la hipocresía? En diálogo con la Agencia CTyS-UNLaM, Juan Diego Vila, doctor en Letras, especializado en literatura española del Siglo de Oro, recorre las distintas situaciones que marcaron la vida del escritor mucho antes de convertirse en el padre de la novela moderna. Además, cuestiona las múltiples traducciones y actualizaciones que sufrió la obra con el paso del tiempo.
Las primeras ediciones de El Quijote están firmadas como Miguel de Cervantes Saavedra, pero en su acta de nacimiento no figura el segundo apellido. ¿Acaso el autor buscaba alcanzar la fama con uno de los apellidos más destacados de la época?
En realidad, Saavedra es un apellido ilustre dentro del sistema social de la época, pero no es el apellido real de Miguel de Cervantes. En el siglo XVI, las personas podían elegir el orden del apellido y a veces se ponían el del padre primero y otras veces el de la madre. Cervantes lo que hace es omitir el apellido de la madre (que es Cortinas) y en su lugar inventa que también es Saavedra, o sea, que descendía de un patronímico legendario de la cultura española. Esto, en realidad, se vincula con toda la problemática ligada, en su momento, a la limpieza de sangre y a los dispositivos inquisitoriales existentes.
¿Cómo era la vida de Miguel de Cervantes antes de pasar a la historia con su legendario Don Quijote de La Mancha?
El padre se llamaba Rodrigo de Cervantes y su madre Leonor de Cortinas y lo que llama tanto la atención de los biógrafos era el cambio permanente de localidad y asentamiento de la familia, que se movía entre Córdoba, Sevilla, Toledo, Cuenca, Alcalá de Henares, Guadalajara y Valladolid. Esta pretensión de cambiar de localidad estaba ligada a las problemáticas con el linaje y los dispositivos de limpieza de sangre, es decir, saber quiénes eran descendientes de judíos y creyentes. Quienes lo eran debían convertirse al cristianismo o, de lo contrario, debían ser exiliados. La familia, también, estaba ligada a los oficios, como cirujano o sangrador.
De joven, una de las facetas poco conocidas de Cervantes fue la de soldado en la batalla de Lepanto…
Ese hecho fue histórico porque, si bien fue la batalla de la cristiandad contra los turcos, es en ese enfrentamiento que Cervantes queda lisiado y, luego, es capturado por los turcos. Ellos, pensando que era un noble, exigen un rescate escribiendo una carta de recomendación para su regreso a España, pero esto se ve interrumpido por un asalto en la nave que viajaba. Así, Cervantes queda unos cuatro años cautivo, y durante todo ese tiempo, la madre, para conseguir el dinero del rescate, inventa que es una mujer viuda. En esa época, lo que movía la empatía popular eran las mujeres viudas. Entonces, con esa excusa, la mujer logra recaudar el dinero necesario para su liberación.
¿Usted cree que esta experiencia que tuvo de joven en la guerra lo ayudó a construir el personaje del Hidalgo que, en su locura, luchaba contra molinos de viento?
No hay datos que así lo indiquen, pero lo cierto es que, a su regreso, Cervantes comienza a desarrollar todo lo que será su carrera literaria y artística. En este punto, lo importante es retener que él se había educado con un humanista muy importante de la época llamado López de Hoyos. Lo que sí se sabe también es que sus éxitos comienzan cuando Cervantes es grande y publica su primera obra “La Galatea” en 1585; después de veinte años de silencio, aparece en 1605 la primera parte de “Don Quijote” y luego, en 1615, la segunda parte.
¿Cuál es la marca distintiva que diferencia a Cervantes de otros autores de la época como Lope de Vega, Francisco de Quevedo o Mateo Alemán?
Muchas cosas de su estética hacen que sea difícilmente catalogable, porque uno puede decir que su escritura puede resultar afiliable a algunos lineamientos del Barraco, pero no llega a serlo. Además, si uno tiene que marcar constantes de su poética, hay una propensión a construir protagonismos usualmente marginados, como por ejemplo “El licenciado vidriera” (1613), que era un personaje loco; “El coloquio de los perros”, que eran perros que podían hablar; o las escenas de magia o de hechicería que abundan en otras obras de Cervantes. Es decir, toda una catarata de personajes que, en esas épocas, carecían del pleno beneficio de la palabra porque no estaban autorizados a ofrecer sus puntos de vista. Su pluma lo convierte en un exponente de una generación aculturada.
¿Y las novelas de caballería, cuándo llegaron y cómo impactaron en la vida del escritor?
Las novelas de caballería son un tipo de género que se caracteriza por armar genealogías masculinas, es decir, algún tipo de novela podía ser Amadís de Gaula, donde todo el valor caballeresco se transmitía de padres a hijos. Este dispositivo masculino de construcción de prestigio, valor y honra, es el que va a atacar Cervantes con la idea de un loco que invierte y subvierte desde abajo la apropiación de un destino caballeresco. Loco porque Don Quijote, por su condición de pobre, jamás podía ser el tipo de hidalgo que estaría en condiciones de devenir caballero. En este punto, donde efectivamente el quijote carece de la nobleza necesaria para ser el protagonista, entronca el texto con otro género vigente en la época que es la Picaresca con el clásico “El lazarillo de Tormes’.
¿Y la excusa que tiene Cervantes para posicionarlo al Quijote como caballero andante es a través de la locura?
Hay un crítico francés que dice que cuando se hace una lectura del problema de la locura en la época, lo que también hay que atender es que es la época en donde la propia cultura construye la idea de razón. Es decir, esta omnipresencia que tiene el problema de la locura en la obra Don Quijote no puede leerse fuera de una sintonía en la cual múltiples textos del periodo se plantean la idea de personajes locos, como en Hamlet de Shakespeare, donde también hay criaturas enajenadas. Es decir, cada cultura fragua las condiciones de posibilidad de una locura, porque cada cultura tiene la convención tácita de qué va aceptar como cordura o locura. En la época del Quijote es cuando surge la idea de razón para occidente.
¿Cuáles son los valores que se deben rescatar de esta obra?
La gente no tiene que olvidarse que este texto es ante todo un texto cómico, es una obra que los contemporáneos han disfrutado mucho, que tiene toda una factura carnavalesca, con muchísimos juegos típicamente cazurros, muy próximos a muchas formas de escritura vigentes y esto es, en gran medida, lo que hizo que el texto se convierta en un bestseller. Es decir, no hay un bestseller cimentado sobre valores profundos. Hay muchísimos pasajes que no apuntan exclusivamente a lo risueño, pero lo que hace descollar su valía en el sistema literario de entonces es la clave risueña. De hecho, en aquella época, también se empezaban a utilizar las imágenes de Sancho Panza y Don Quijote en carnavales como una forma cómica de representar a los personajes. El valor del texto, por otra parte, no depende de cual realista o cuan testimonial es su escritura sino de la apuesta imaginaria que propone la obra.
¿Qué opina sobre las diversas traducciones y actualizaciones que se le han hecho a la obra, en algunos casos llamadas “Don Quijote del Siglo XXI”?
En mi experiencia por enseñarlo en un montón de ámbitos, no solo en el universitario, es un tipo de texto que se puede leer sin problema incluso sin anotaciones previas, porque incluso alguna palabra que no se entiende se puede buscar en el diccionario. Hacer de un texto literario un texto que pierda toda su urdimbre, y su rica producción literaria, al menos en el nivel léxico, es como decir “quiero leer un libro que no es un libro”. Además, desarticula el sentido estético de estas obras literarias clásicas. La gente leyendo y sintiendo la incomodidad de cierta palabra, de cierta duda, se transforma y eso es lo rico de las obras de ficción. Me parece que son propuestas que solo tienen sustento en una lógica mercantil de continuar con el mito que es un texto complejo. De complejo no tiene nada. Quienes dicen que el Quijote es complejo es porque no lo leyeron.
*Juan Diego Vila es profesor titular de Literatura Española del Siglo de Oro en la UBA y miembro de la Asociación de Cervantistas. Además, es autor de múltiples libros relacionados con Miguel de Cervantes como «El Quijote desde su contexto cultural» y «Para leer al Quijote». También, es autor de «Nósto» y «Para leer a Guzmán de Alfarache y otros textos de Mateo Alemán». Todos ellos pertenecientes a la casa editorial Eudeba.