[8 de febrero de 2011] En muchos barrios de las grandes ciudades modernas se fue perdiendo el sentido de la plaza tradicional y en cambio comenzaron a crearse espacios públicos concentrados con algún equipamiento deportivo y o algún parque infantil y que actualmente los conocemos como parques de barrio. Esto en el mejor de los casos, porque en muchos barrios simplemente no se dejó ningún espacio de la comunidad.
En otro tiempo, las plazas de las grandes ciudades, tenían una relación directa con un centro de actividades (la iglesia, generalmente ubicada en frente), lo que las convertía en espacios de fácil apropiación de los vecinos y de ahí se deriva su éxito como espacios de integra- ción de la comunidad. La plaza como el es- pacio del pueblo, de la comunión de los hombres y la iglesia como el espacio de lo sacro, de la comunión con Dios.
Asimismo, por lo general, frente a la plaza existía una escuela, y ahí se generaba la relación entre el espacio común de los vecinos y el espacio de la formación y de la educación.
Afortunadamente, en la ciudad de 9 de Julio, la Plaza Italia conserva aún ese sello distintivo de integración y de apropiación, entre la comunidad y el espacio, los habitantes y su entorno. El hecho de que se encuentre ubicada en un punto estratégico de la ciudad, frente a una escuela, una parroquia y a escasos cien metros de la Terminal de Ómnibus, la convierte en un espacio público muy transitado.
Precisamente, la integración espacio-comunidad se da de modos bastante diferentes: la plaza suele ser espacio educativo del sistema escolarizado, pues muchas veces los docentes, de los distintos niveles, suelen llevar a los alumnos para realizar actividades formativas en la plaza. Desde los más pequeños, del nivel inicial, que se disponen año a año, a plantar un árbol hasta los más grandes que tiene su clase de educación física en la plaza.
Por otra parte, sus buenas condiciones de mantenimiento, la hacen un lugar acogedor, digno de ser visitado: los juegos para los niños, tanto los comunes como los integradores, se encuentran en buen estado, como así también las veredas, que son elegidas por muchos vecinos para practicar caminatas o para correr.
El cuidado del césped y de los canteros, como así también el formato de algunos arbustos, revela la existencia de un placero o de personal de mantenimiento permanente.
En las horas del día, tanto por la mañana como hacia la tarde, la sombra de sus árboles permiten disfrutar de un momento de tranquilidad, del mate con amigos o, simplemente, de un instante de encuentro con la gama de colores y texturas que ofrece la naturaleza.