El informe del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) nos muestra que durante el primer trimestre del año se frenó la venta de la maquinaria agrícola. Si bien detrás del dato está el factor climático —la fuerte sequía que arrasó con 20 millones de toneladas de soja y siete de maíz— debemos estar atentos a cómo las políticas económicas del Gobierno de Cambiemos también juegan en contra de la producción nacional.
Por un lado, el conjunto de la venta (en unidades) de tractores retrocedió un 0,2% y de cosechadoras un 3,8% respecto del primer trimestre de 2017. Pero si separamos lo que fue producción nacional de la extranjera, vemos que mientras se vendieron 15% menos de tractores hechos en Argentina, se comercializaron un 77% más de tractores importados. En el caso de las cosechadoras, mientras la fabricación nacional retrocede 22% interanual, la venta de importadas sube 27%.
Por su parte, las sembradoras, un rubro donde la industria metalmecánica sobresale internacionalmente acompañando el desarrollo de la siembra directa, durante el primer trimestre las ventas cayeron 27% interanual. No es casual que este decrecimiento esté en línea con el retroceso de la venta de tractores y cosechadoras de origen nacional. Evidentemente algo está pasando en el sector y hay que estar alertas para corregir rápidamente desde la política.
Veamos algunos puntos:
• Todo este desquicio económico con tasas de interés altísimas torna imposible adquirir bienes de capital con crédito, como ocurre en cualquier lugar del mundo. Las operaciones de venta sujetas a la aprobación del crédito hoy están frenadas por causa de estas tasas imposibles.
• Pero mientras hubo líneas de crédito subsidiadas por el Estado argentino, no solo se otorgaron para la compra de equipos nacionales sino también los importados. Un verdadero disparate que el conjunto de los argentinos haga un esfuerzo para subsidiar la tasa y que ese crédito vaya a parar a maquinaria importada, hecha con trabajo extranjero.
• Como no se administra el comercio exterior, en la creencia de que hay ser fundamentalistas del libre mercantilismo, el mercado local se está llenado de sembradoras y fumigadoras importadas. Y acá no se puede argumentar la cuestión de la brecha tecnológica, porque es sabido y reconocido que en este rubro la industria nacional es igual o superior a la extranjera.
• No se les arregla el tema de los saldos técnicos del IVA. Así, resulta que el principal deudor de los fabricantes de maquinaria agrícola es el Estado. Incluso la carga impositiva que lleva un equipo en el precio final es un tema para revisar en forma urgente.
En conclusión, basta pasar por ese nodo industrial que constituyen Armstrong, Las Parejas, Las Rosas, Marcos Juárez, Monte Buey, para tener real conciencia de cómo la industria metalmecánica es —junto a los chacareros—el corazón que bombea la sangre que nutre a toda esa región. No dejemos que los gurúes del sistema financiero, que lamentablemente hoy marcan los designios del país, se lleven puesto lo que tanto trabajo llevó construir.