Es muy conocido por todos que la Justicia en nuestro país no tiene una alta valoración por la mayoría de los ciudadanos. El fallo de Casación con relación a la venta ilegal de armas no ayuda seguramente a mejorar la imagen de ésta por parte de la sociedad.
Los argumentos del fallo en mayoría no parecieron muy convincentes a los ojos de los analistas judiciales y mucho menos a los del denunciante de la causa, Dr. Ricardo Monner Sanz. La mayoría de la Cámara, los jueces Catucci y Riggi, absolvieron a Menem con el controvertido argumento de que pasó mucho tiempo desde el inicio de la causa. El juicio duró 23 años, pero la única culpable de esa demora es la propia Justicia, no otros. Por eso, llama la atención el argumento esgrimido. El fallo en minoría, del juez Mahiques, también absolvió a Menem, pero el argumento esgrimido es que “no se probó” que el ex presidente haya firmado los tres decretos para exportar las armas con destino falso a Panamá y Venezuela “con el conocimiento y voluntad necesarios”. En una palabra, que no sabía lo que firmaba, un argumento ridículo teniendo en cuenta que para la Justicia nadie puede argumentar su propia torpeza.
El fallo es lamentable desde todo punto de vista y como opinó el diputado de Cambiemos Mario Negri “el fallo es una condena a la propia Justicia”. En ella, se invirtieron un montón de horas hombre, ya que el expediente tiene 330 cuerpos con 70.000 fojas, y en lugar de juzgar un acto de corrupción, los jueces eligieron ampararse en el respeto de los principios constitucionales y las reglas procesales para absolver. La tramitación de la causa desde el principio fue, por demás, engorrosa; hay que recordar que, en ese momento, Menem era Presidente en ejercicio. Todo el trámite fue lento y sin un claro norte para descubrir la verdad; y todo fue por exclusiva desidia, inactividad o ineficiencia de quienes investigaron. El proceso fue errático, el juicio oral, prolongado y para colmo de males, cuando la Corte debió decidir sobre la sentencia, volvió a enviarla a Casación en busca de un doble conforme, en lugar de resolver sobre el asunto. La carátula debió haberse llamado “Menem un Presidente con demasiado poder”.
La diputada Carrió también se manifestó en contra de la resolución : “El fallo para absolver al expresidente Menen demuestra la visceral impunidad que hiere gravemente la República”. “La Política y la Justicia impidieron una condena en plazos cortos”. Insistió que la figura de “infames traidores a la patria” aplica tanto a Menen como a los Camaristas.
Al principio del expediente, el intermediario Diego Palleros iba a declarar pero las amenazas lo forzaron a huir ocho años al el exterior. Cuando decidió volver, su voluntad era declarar. Me lo confirmó afirma, Jorge Urien Berri de La Nación, en el avión en el que regresaron de Montevideo tras una entrevista, pero en el Aeroparque lo esperaban policías y se lo llevaron al Juzgado. Este periodista agregó que en los pasillos de Comodoro Py que es donde se escribe una buena porción de nuestra historia contemporánea alguien le susurró que se callara la boca. Un vergonzoso y largo juicio oral sobreseyó a todos, pero luego la Cámara de Casación los condenó.
Las muertes también cumplieron un papel disuasivo: el marino Horacio Estrada y su falso suicidio, como el de Lourdes Di Natale, exsecretaria de Emir Yoma, que aportó valiosas pruebas y murió tras ser arrojada al vacío por la ventana de su departamento. Tenía que declarar en la causa del atentado a Fabricaciones Militares de Río Tercero, otro cruel enjuague de la causa de las armas, pues Menem hizo volar parte de la ciudad cordobesa para destruir pruebas del contrabando.
Luego, nuevas apelaciones, nuevas dilaciones y, por fin, la vergüenza de este fracaso judicial paciente y laboriosamente construido.
En la Argentina no hay seguridad jurídica y basta tener buenos abogados para que dilaten cualquier causa hasta el paroxismo. Estos Camaristas deberían ser echados por el Consejo de la Magistratura. La Justicia está otra vez en deuda con la sociedad