La leptina es la que se encarga de enviar mensajes al cerebro para avisarle que ya estamos “llenos”. Y para comenzar, es bueno diferenciar apetito de hambre. No es lo mismo. El apetito es un deseo emocional, y por lo tanto, no siempre está regido por esta hormona, si no que se le añaden mecanismos cognitivos, perceptivos y sobre todo, emocionales. Por otro lado, el hambre es una necesidad fisiológica con la cual cubrir las carencias nutricionales y permite así sobrevivir. Por ende, lo ideal sería comer sólo cuando se tiene hambre, y no apetito.
La leptina, si bien es la hormona de la saciedad, abunda en exceso en las personas con sobrepeso. ¿Por qué? La leptina es una hormona producida en su mayoría por los adipocitos (células grasas). Es lo que se conoce como una “hormona de señalización”, es decir, comunica al hipotálamo cuándo se debe parar de comer tras analizar que ya se ha obtenido la suficiente grasa. Pero lo que sucede con las personas con sobrepeso es que padecen una resistencia a la leptina. Las personas con obesidad tienen niveles muy altos de leptina en la sangre, pero la acumulan, impidiendo que esta actúe como tendría que hacerlo. Por lo tanto, es común que tarden más en sentirse saciados.
A su vez, otro problema que puede afectar a esta resistencia ante la leptina es que se padezca algún problema en el propio hipotálamo, perdiendo así la sensibilidad hacia esta hormona.
Otro dato a destacar, es que las dietas muy estrictas harán que se reduzcan los niveles de leptina. Las personas que llevan a cabo dietas muy estrictas lo que provocan es que se reduzca la actividad al máximo de la principal hormona.
Las dietas de muy bajo valor calórico o “dietas mágicas” suponen en realidad todo un riesgo para la salud.
Los niveles de leptina caen, el metabolismo se vuelve muy lento, la sensación de hambre es más intensa y el nivel de energía del organismo decae.
Hay personas que, cuando atraviesan una época de mucho estrés, bajan de peso. Sin embargo, es común que a quien esté sometido a lo que se conoce como “estrés crónico” le suceda todo lo contrario. Esto se explica porque a mayor estrés, mayor nivel de cortisol en sangre. Y cuanto más cortisol, más se reduce la presencia de la leptina. En consecuencia, se tiene más sensación de hambre, más placer al comer y menos gasto energético.
Después de este artículo más de una persona seguramente piense en comprar leptina para comenzar a comer menos. Pero cabe aclarar, que la hormona de la saciedad trabaja en sintonía con nuestro cerebro. Jamás le mandaría una señal para advertirle de que dejemos de comer cuando necesitamos más nutrientes o más energía. Sería, por tanto, ir en contra de la salud y no es lo adecuado. No se recomienda comprar complementos dietéticos que dicen tener leptina con el fin de potenciar la saciedad, al igual que no es saludable someterse a dietas milagro o muy estrictas.
Si existe sobrepeso, lo ideal es acudir al médico para detectar si hay detrás algún problema hormonal. Y para cuidar los niveles de leptina y de su correcta funcionalidad, hay que llevar adelante una alimentación equilibrada, practicar algo de ejercicio físico y gestionar de forma adecuada el estrés y la ansiedad.
Sofía Villarrica
Lic. en nutrición
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