Define así el diccionario estos dos términos:
«Creencia es un firme asentimiento y conformidad con alguna cosa. Es el completo crédito que se da a un hecho o noticia como seguros o ciertos».
«Superstición es una creencia extraña a la fe religiosa y contraria a la razón.»
Este tema lo vamos a desarrollar en varias entregas porque es muy extenso. Nuestro gaucho fue y es supersticioso, por atavismos recibe del indio todas las creencias y supersticiones amalgamadas en la mente de aquellas razas. El gaucho siente la presencia de algo superior que rige los menores movimientos de la naturaleza que lo envuelve y da cabida a esas creencias y supersticiones, que se van transmitiendo de generación en generación hasta formar una coexistencia con el sentimiento religioso.
En un libro titulado «El país de la Selva», Ricardo Rojas detalla una serie de leyendas y supersticiones de nuestra patria. Una de ellas es la del «Zupay».
…»Zupay es el diablo y en los bosques santiagueños se lo conoce como el Rey de las Sombras, es un genio maligno y es el origen de todo lo que afligue al hombre y el enemigo de Nuestro Señor. Ha encarnado alguna vez en el cuerpo de un hermoso joven, o se ha presentado como un gaucho rico. Los nativos hablan del pequeño Zupay, o el travieso enano de la siesta, un genio maligno bajo un sombrero con copa de embudo. Los hijos de la selva cuentan también que cierto día lo vieron a Zupay convertido en un inmenso toro, bestia chúcara. Y así, Zupay es no sólo el Rey de los Montes sino el centro de la Salamanca, misteriosas cavernas donde los hombres llegan a la posesión de ciencias satánicas, en ellas se inician las brujas y se otorgan, sobre hipotecas del alma, extraordinarios poderes. En la Salamanca se aprende sobre eróticos filtros, allí se descifra el zodíaco y de alli sale el «runauturunco», palabra formada por dos vocablos quichuas: hombre y tigre, o sea, un ser humano transformado en tigre en ciertas fechas por esotérica virtud».
* Textos tomados de «El País de la Selva» de Ricardo Rojas- «Motivos Argentinos», de Lázara Flury; «Nuestro Folclore» de Luis Ortigoza.
